TRANSTORNOS MOTORES

DEFINICIÓN

Los trastornos motores abarcan una amplia gama de condiciones que afectan las habilidades motoras, es decir, la capacidad para coordinar los movimientos y realizar tareas físicas; estos trastornos pueden ser el resultado de una variedad de causas neurológicas, musculares o hereditarias. Los más comunes incluyen trastornos del movimiento, trastornos de la coordinación motora y trastornos musculares.


CARACTERÍSTICAS

Los trastornos motores se caracterizan por una alteración en la capacidad para controlar y coordinar los movimientos voluntarios, lo que puede afectar tanto a la motricidad gruesa (como caminar o correr) como a la motricidad fina (como escribir o manipular objetos).

Tipos comunes de trastornos motores:

Trastorno de la coordinación del desarrollo (TCD).

Trastornos del movimiento (como el Parkinson o el temblor esencial).

Parálisis cerebral.

Distonía.

Ataxia.

Principales características de los trastornos motores:

Torpeza o falta de coordinación: Los niños o adultos con trastornos motores suelen mostrar torpeza, dificultad para mantener el equilibrio o realizar movimientos suaves y controlados.

Movimientos involuntarios: En algunos trastornos, como el Parkinson o la distonía, los movimientos son involuntarios, lo que puede interferir con las actividades cotidianas.

Dificultades en la motricidad fina y gruesa: La motricidad gruesa incluye habilidades como caminar, correr o saltar, mientras que la motricidad fina se refiere a actividades como escribir, abotonarse una camisa o manipular objetos pequeños.

Fatiga y dolor muscular: Algunos trastornos motores, como la parálisis cerebral o la distonía, pueden provocar dolor o incomodidad muscular debido a la tensión o rigidez muscular.

DIAGNÓSTICO

El diagnóstico de los trastornos motores implica una evaluación clínica exhaustiva por parte de un médico, generalmente un neurólogo o un especialista en rehabilitación física. Se utilizan diversas pruebas para identificar la causa subyacente y la gravedad del trastorno motor.

Historia clínica: El médico recopila información sobre los antecedentes médicos, el desarrollo motor del paciente, síntomas actuales, y cualquier evento traumático o condición médica previa que pueda haber influido en los movimientos.

Examen físico: El profesional realiza una evaluación para observar la coordinación, el tono muscular, los reflejos, el control de movimientos y el equilibrio. En algunos casos, también se pueden utilizar pruebas de motricidad fina.

Pruebas neurológicas: Se pueden utilizar técnicas de imágenes como la resonancia magnética (RM) o la tomografía computarizada (TC) para examinar el cerebro y detectar posibles daños o anomalías en las áreas cerebrales que controlan el movimiento.

Evaluación de la motricidad: En el caso de trastornos de la coordinación del desarrollo, se utilizan pruebas estandarizadas como el Movement Assessment Battery for Children (MABC) para evaluar las habilidades motoras de los niños.

Evaluación genética: En algunos casos, los trastornos motores pueden ser hereditarios (como en la ataxia), por lo que se pueden realizar pruebas genéticas.

IMPACTO EN EL APRENDIZAJE

Los trastornos motores pueden afectar significativamente el aprendizaje, principalmente debido a las dificultades que generan en las habilidades motoras necesarias para participar en actividades académicas, sociales y cotidianas.

Impacto en el aprendizaje académico:

Dificultades con la escritura.

Dificultades en tareas físicas.

Dificultades para organizar el espacio.

Fatiga.

Impacto en las habilidades sociales y emocionales:

Aislamiento social.

Dificultades en la participación en actividades extracurriculares.


ESTRATEGIAS DE APOYO

El apoyo para las personas con trastornos motores debe estar orientado a mejorar su funcionalidad y calidad de vida, proporcionando herramientas que ayuden a superar las dificultades motoras y a desarrollar otras habilidades.

Estrategias educativas:

Adaptaciones en el aula.

Apoyo con la escritura.

Utilización de material didáctico adaptado.

Rehabilitación física y terapia ocupacional:

Terapia ocupacional.

Terapia física.

Tecnología asistiva:

Herramientas tecnológicas.

Dispositivos de movilidad.

Apoyo emocional y social:

Entrenamiento en habilidades sociales.

Fomentar la participación.

 

Los trastornos motores abarcan una variedad de condiciones que afectan las habilidades motoras tanto finas como gruesas, lo que puede tener un impacto significativo en el aprendizaje, la participación social y la autoestima de quienes los padecen; con un diagnóstico temprano y estrategias de intervención adecuadas, como la terapia ocupacional, la fisioterapia, y el uso de tecnología asistiva, las personas con trastornos motores pueden superar barreras y desarrollar habilidades para mejorar su calidad de vida y su rendimiento académico. La clave es proporcionar apoyo individualizado y un entorno inclusivo que les permita progresar a su propio ritmo.






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